de aquello inevitable, imposible
el final de la enmienda, ¿sabes?
has luchado y lo has logrado.
Es la musa soñada,
el refugio del verbo,
fruición del instinto... ¡preciosa!.
Por fin, la he encontrado,
dueña de mi verbo... mi pasión,
piélago de quimeras, amor.
Todo aquí es para esa musa,
Gritos, blasfemias, sonrisas, deseos...
vagando en los anhelos de un pobre intento de escaldo.
Norisa Corme
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