El instinto prima cuando la luna asoma.
Al caer la noche y asomar la estrella
dejo de ser yo y pierdo voluntad;
será el instinto quien tome posesión del cuerpo
y se encargue de cometer el crimen y el derroche de energía
respondiendo al aullido del lobo y al son de las aves nocturnas
que más allá de mis cuatro paredes
atormentan a los roedores y otros animales.
Al caer la noche, al ocultarse el sol
la personalidad lasciva y pícara hace de las suyas
y desaparece bajo el cielo oscuro de la selva de cemento
coronado por las nubes negras de la polución urbana
que no sirven de filtro para los rayos lunares
responsables de tan espantosa transformación
digna de la envidia de Jack el Destripador.
Y así como viene también se va
y al ocultarse la luna y elevarse el sol
el ser prudente y cauto vuelve al cuerpo
y se proclama Rey inhiesto y absoluto
mientras haya un rayo de luz diurno que le de un mínimo de energía
para cumplir con su labor calculadora y egoísta.
Hombre lobo que de siglo en siglo sobrevives
no dejes que la plata te alcance
y disfruta la eternidad que te queda de vida.
Luises Pérez